¡Hoy el día ha sido estupendo! Han ocurrido tantas cosas que hasta ahora tengo una sonrisa en mis labios. Mis amigos me han despertado muy temprano al sonido de “Las mañanitas”, dijeron que esta era una manera de siempre recordarme de nuestro viaje a Bolivia. Lo que me ha encantado es el hecho de que no se olvidaron de mi cumple.
Después, me han llevado a una gran aventura por el desierto de Atacama, ya habían decidido que íbamos a los Géiseres del Tatio. Bueno, la idea fue buena, pero no logramos hacerlo. Nuestro ómnibus se ha roto el neumático cerca de Chiu-Chiu (creo que sea una de las ciudades más antiguas de Chile), mientras esperábamos que un alma bondadosa nos ayudase, hemos decidido conocerla. A fin de cuentas, no es siempre que uno conoce a una ciudad donde está la iglesia más antigua de un país. Después de dos horas de descubiertas, continuamos el viaje. El paisaje es magnífico, cuando hay presencia del agua, el desierto florece, se llena de vida, las plantas, los animales, tan distintos de mi amado Brasil, y al mismo tiempo tan estupendos. ¡Hemos visto la nieve! ¡una brasileña delante de hielo en el suelo! hemos sacado varias fotos. Es verdad que era solamente un hilo de hielo, pero para nosotros ¡era todo!
Nos hemos perdido por el camino y pasmen, por segunda vez el ómnibus se ha roto el neumático, ¡en pleno desierto! Lo único que hemos pensado fue explorar todo que veíamos mientras los chicos hacían la ardua tarea de solucionar el problema. Creo que nos quedamos allá unas tres horas, sin agua, sin comida. (Um detalle, ellos han olvidado nuestra comida en Calama y la ciudad más cercana estaba a unas cinco horas). O sea, nos hemos quedado hambrientos todo el día, solamente pensábamos en empanadas, completos, cazuelas, guisos...
Cuando llegamos en San Pedro de Atacama, lo único que hemos hecho fue: ¡comer!
Creo, y le soy sincera, hoy el día, de hecho ha sido divertido y placentero. Ellos me han regalado lo mejor: su amistad.
Después, me han llevado a una gran aventura por el desierto de Atacama, ya habían decidido que íbamos a los Géiseres del Tatio. Bueno, la idea fue buena, pero no logramos hacerlo. Nuestro ómnibus se ha roto el neumático cerca de Chiu-Chiu (creo que sea una de las ciudades más antiguas de Chile), mientras esperábamos que un alma bondadosa nos ayudase, hemos decidido conocerla. A fin de cuentas, no es siempre que uno conoce a una ciudad donde está la iglesia más antigua de un país. Después de dos horas de descubiertas, continuamos el viaje. El paisaje es magnífico, cuando hay presencia del agua, el desierto florece, se llena de vida, las plantas, los animales, tan distintos de mi amado Brasil, y al mismo tiempo tan estupendos. ¡Hemos visto la nieve! ¡una brasileña delante de hielo en el suelo! hemos sacado varias fotos. Es verdad que era solamente un hilo de hielo, pero para nosotros ¡era todo!
Nos hemos perdido por el camino y pasmen, por segunda vez el ómnibus se ha roto el neumático, ¡en pleno desierto! Lo único que hemos pensado fue explorar todo que veíamos mientras los chicos hacían la ardua tarea de solucionar el problema. Creo que nos quedamos allá unas tres horas, sin agua, sin comida. (Um detalle, ellos han olvidado nuestra comida en Calama y la ciudad más cercana estaba a unas cinco horas). O sea, nos hemos quedado hambrientos todo el día, solamente pensábamos en empanadas, completos, cazuelas, guisos...
Cuando llegamos en San Pedro de Atacama, lo único que hemos hecho fue: ¡comer!
Creo, y le soy sincera, hoy el día, de hecho ha sido divertido y placentero. Ellos me han regalado lo mejor: su amistad.
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